"Porque el fin no justifica a los
Medios."

jueves, 19 de septiembre de 2013

Yo me llamo César Piechestein




Hace muchos años me enseñaron que la palabra que más nos gusta escuchar es nuestro nombre, y creo que es muy verdad. Me choca un poco cuando en ciertos ambientes se llama a la gente por su apellido o peor, en otros ambientes (supuestamente educativos) se llama a las personas con un número. Nuestro nombre dice mucho, dice que somos alguien único e irrepetible, es parte esencial de nuestra identidad.

Hace pocos días arrancó un programa que lleva por título “Yo me llamo”. En la publicidad previa se nos prometía un concurso de talentos imitando a cantantes famosos. La verdad es que la noticia me entusiasmó, porque en el mismo horario todas las propuestas van de “telebasura” para abajo. Me pareció una buena opción escuchar a gente imitando a sus cantantes favoritos.Y hasta entonces todo iba bien.


El choque vino con el primer programa, en un detalle que quizás podría pasar desapercibido o que a alguien le podría parecer insignificante. La imitación es siempre eso, una imitación, porque cada quien es cada quien. Pero resulta que los participantes se “tienen” que llamar como el famoso al que imitan. Es tan insistente la idea que uno se queda sin escuchar de labios del participante su propio nombre. Ni los jueces, ni el animador (demasiado estridente para mi gusto) lo llaman por su nombre.

Quizás me dirán que es parte del show, que es para ayudarle al imitador a asumir su personaje, pero la verdad es que los despersonalizan. Ya bastante duro es mantener la personalidad en un ambiente alienante como el contemporáneo, como para seguir insistiendo en desposeer a la gente de su propio nombre. Después nos sorprendemos de que nuestros adolescentes estén tan desorientados, sin saber quienes son y adoptando comportamientos que llegan hasta la autodestrucción y ojo que no estoy exagerando (bulímicos, anoréxicos, emo, etc).

Y aunque mi petición redunde: señores responsables de la producción televisiva recuerden que la tele es un instrumento para educar y si se puede educar a través del entretenimiento. Ojalá al menos lo intenten, que no les cuesta nada y seguro se irían a dormir con la conciencia más tranquila.

Yo me llamo César Aníbal Piechestein Garcia y punto final.