
La pregunta viene por sí sola: ¿qué necesidad había de comunicar así? Siendo un semanario satírico no se le puede pedir seriedad, pero podía tranquilamente comentar el evento respetando el tema religioso. La semana pasada, también en París, un grupo de 5.000 personas boicoteó el estreno de una obra de teatro blasfema, durante la cual el protagonista inunda el escenario con excremento ante una imagen de Cristo, que al final es rasgada. Y es que no se puede pedir indiferencia a quien ve pisoteado lo que considera sagrado.
No apruebo la violencia ni el vandalismo, pero no puedo tampoco pedir a quien se siente vulnerado que se mantenga pasivo. Quienes son responsables de los medios de comunicación deben saber que el respeto es la base de la convivencia y que, por lo tanto, la libertad de expresión no nos permite burlarnos de la fe de los demás. La información, el arte, la cultura, son instrumentos al servicio de la sociedad, pero sin respeto se convierten en generadores de división y violencia.
Porque el fin no justifica a los Medios.
P. César Piechestein
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