Es muy fácil repetir lo que otros dicen, sin haberse tomado la molestia de investigar para saber si es verídico. A la Iglesia se la acusa con demasiada frecuencia de cosas que se repiten por capricho. Es cierto que una institución con dos mil años de historia y gobernada por hombres, lógicamente habrá tomado decisiones que, juzgadas con una visión de nuestros tiempos, resultan errores inaceptables. Dios dirige su Iglesia, pero no ha quitado a los hombres la libertad que El mismo les dio.
El Papa Benedicto XVI ha visitado México y Cuba, dos países que en su historia, no tan lejana, han impedido la libertad religiosa y han perseguido a la Iglesia. Quisiera resaltar hoy algunas palabras del Papa en Cuba, que me parece han tenido una fuerte repercusión mediática y seguramente histórica.
Para muchos el Papa no tiene derecho a pronunciarse al respecto de asuntos que, según ellos, no entra dentro del rango de sus competencias. Son los mismos que luego critican el “silencio” de la Iglesia frente a situaciones de injusticia y violencia en el pasado. El Papa cumple con su misión, sin descuentos ni acomodos, y no sólo con palabras.
Los dos más grandes problemas de Cuba son el socialismo y el embargo. Todos lo sabemos. El Papa ha hablado claramente al respecto. Ha afirmado el fracaso del primero y la injusticia del segundo. Lo ha dicho claramente y sin miedo.
Ojalá la frágil memoria histórica de muchos logre almacenar este discurso, porque estoy convencido que ha marcado un hito. Quien es coherente con el estudio de los eventos, sabrá reconocer que no será la primera vez que un Papa haya gestado un cambio, una evolución en la historia social. Ya va siendo hora de desechar los prejuicios y asumir verdaderamente una visión objetiva de la realidad.
Porque el fin no justifica a los Medios.
P. César Piechestein
