"Porque el fin no justifica a los
Medios."

lunes, 12 de diciembre de 2011

Televisión: cantidad sin calidad

No cabe duda que, a pesar del desarrollo de internet, la televisión sigue siendo el medio más utilizado. Según un estudio de Barlovento Comunicación con datos de Kantar Media, los españoles miran un promedio de 246 minutos de televisión por persona al día (4 horas y 6 minutos). Queda demostrado que, al menos en cantidad de tiempo, la televisión sigue llevando la delantera a los demás medios de comunicación. Pero hay que tener en cuenta que todo poder conlleva una responsabilidad y es esa la llaga donde tendríamos que meter el dedo.

En Andalucía, Onda Giralda S.A., fue sancionada por los hechos ocurridos el 16 de septiembre de 2008, cuando a las 06.59 horas se emitió un fragmento de una película destinada a adultos con una duración de 25 minutos y 5 segundos. La sanción que obligaba a la televisora a pagar una multa de 300.506,06 euros, fue anulada por el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 7 de Sevilla porque lo ha considerado un hecho aislado. Es decir que la falta quedará impune. Creo que es un ejemplo extremo, pero más allá de la pornografía, somos testigos de la profunda decadencia en los contenidos televisivos. La televisión se ha convertido en un transmisor de vacío, un pasatiempo que nos hace perder el tiempo puesto que no obtenemos ni siquiera un mínimo de información útil.

No es mi idea quedarme en el lamento. He trabajado en televisión desde la adolescencia y creo en el potencial educativo y de sano entretenimiento que tiene este medio. Pienso que depende de la creatividad de los comunicadores jóvenes el poder dar una nueva visión a la TV. Creo que es un salto que la publicidad dio hace algunos años, desde que los especialistas en marketing se dieron cuenta que no bastaba con mostrar una muchacha en bikini para vender un auto. El ingenio y la buena voluntad (junto a la reacción de los televidentes) está generando un cambio en la televisión de algunos países. Ojalá se contagie rápidamente a todos.

Porque el fin no justifica a los medios.

P. César Piechestein

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